Evidentemente, nos encontramos frente a la necesidad creada de manejar un volumen de información superior a cualquier previsión de la naturaleza: podríamos pensar que no fuimos diseñados para esto…
Tal vez estemos, con la ayuda de los ordenadores, caminando despacito el camino que nos lleve a convertirnos en máquinas, a deshumanizarnos, a virtualizar lo real y a hacer tangible lo que nunca podría haber sido.
Paralelamente, es fascinante el recorrido del hombre, su progreso, su motor. Es fascinante y peligroso, luminoso y oscuro como la existencia misma.
La gran pregunta, ¿a dónde vamos? Los mejores futurólogos se animan a una módica previsión de una década. Mientras tanto, vemos a las cosas avanzar a una velocidad totalmente inédita. Vemos a la ciencia meterse en recovecos en los que nunca estuvo. Vemos a la tecnología apantallarnos y masajearnos de un modo que nos sorprende permanentemente, creando en nosotros niveles de dependencia inconcebibles hace sólo un par de años.
Pero en todo, el hombre es así. Nos acostumbramos a las cosas y dependemos de ellas. Se ve que en algún rincón del ser tenemos esa aspiración al status quo que tal vez sea inherente a nuestra condición humana, al menos de la mayoría.
Creo que no necesitamos ninguna revolución de las máquinas contra los hombres para que ellas nos dominen y nosotros dependamos de ellas. Ese día ya llegó.
martes, 18 de enero de 2011
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